Panamá – Parte I – makumillas

¡¡Mi gente!!

¿Qué tal estáis?

Hoy os saludo desde Panamá! Ya habréis visto que estamos este mes de Agosto disfrutando de este maravilloso país.

Soy una apasionada de América del Sur desde que hace ya bastantes años viene a Perú y pude disfrutar tantísimo de su gente. Aquella experiencia cambió mi vida para siempre y ahora, como no, con mi familia, cuando pensamos en irnos una temporada larga, esta zona del mundo siempre resuena en mi cabeza.

Esta año ha sido Pananamá y nos está enamorando. Sobra repetir que sumar millas a mi vida es mi pasión pero… por ello soy como soy ahora mismo.

Hoy os voy a dejar por aquí los sitios que hemos visitado la primera parte de nuestro viaje, si algún día os animáis a disfrutarlo en primera persona, lo tendréis a mano y preguntarme todo lo que querías!! Mientras tanto… podéis disfrutarlo con nosotros.

Llegamos a Panamá donde pasamos un par de días y cogimos un avión con Air Panamá a nuestro primer destino, Bocas del Toro. Volamos desde el aeropuerto Internacional Marcos a Gelabert, es pequeñito por lo que con estar allí una hora antes de salir es suficiente, esto me encanta!! 🙂

¿Qué hay en Bocas del Toro?

La provincia de Bocas del Toro comprende parte del territorio continental de Panamá, así como una cadena de islas en el Mar Caribe que básicamente representa la vibrante cultura caribeña del país. En Bocas, encontrarás un ambiente relativamente poco desarrollado y una atmósfera agradable y relajada. Además, alberga una selva tropical, algunos de los pueblos indígenas de la zona, como los Ngäbe y los Teribes, así como muchas de las playas más populares del país. Hay tres islas principales en Bocas del Toro: la principal, Isla Colón; Bastimentos, una de las islas más grandes de Panamá; y la pequeña Isla Carenero.

Al llegar, en la misma puerta del aeropuerto hay personas que te esperan para llevar a los turistas en bus hasta sus lanchas y desde ahí, acercarte a la isla en la que te vayas a alojar. Nosotros hemos estado en Bastiemento. Nos hemos quedado en una casita con mucho encanto llamada Basti Hill (la encontramos en Booking). Está en el centro del pueblo y nos ha gustado porque tenía mucha vida, podíamos tomar una rabadilla, helados, fruta,… en la misma plaza. Hay veces que se va la luz cosa a la que nosotros no estamos tan acostumbrados pero allí es lo más normal del mundo, la casa y el entono… brutales! las vistas y los amaneceres… de ensueño!! Muy recomendable.

Allí no es que haya muchas tiendas, nosotros hemos vivido con lo básico, compramos agua, papel higiénico y cuatro cosas más. Para el que quiera más jaleo, pude acercarse a Isla Colón que es donde llegó nuestro avión. Allí hay de todo pero necesitas ir en lancha.

Además de todas estas cosas, yo si tengo que quedarme con algo sería con los aprendizajes que se lleva Matteo de la isla. Cuando llegamos no teníamos luz y Matteo esto nunca lo había vivido. Ahora cada día nos dice, “nos duchamos ya por si se va la luz”, “hacemos el zumo por si se va la luz”, “mamá, ya hay luz”, es increíble lo importante que es vivir las cosas para poder valorar lo que tenemos.

Otro de los días nos acercamos al pueblo a ver una escuela y a disfrutar de la gente. Matteo quiso darle a los niños que nos encontrábamos coches y juguetes que traía para él. La cara de los niños, sus gestos, su sonrisa, su ilusión,… valen más que cualquier otra cosa. Ver a Matteo disfrutar regalando sus cosas, ha sido maravilloso. La escuela de la vida sigue dándonos grandes lecciones.